Ahora si, este es nuestro último diario de viaje. Nos despertamos por última vez en Nueva York. Que pena da cuando se acaban los viajes… Aún así, estamos contentos porque la semana nos ha cundido bastante y hemos visitado todo lo que queríamos. Tan solo nos ha faltado ir a algún Outlet a comprar, pero eso no era prioritario para nosotros.
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Nuestro avión no despegará hasta las 23:00 por lo que todavía tenemos todo el día por delante. Esta vez traemos el desayuno a la habitación y lo tomamos mientras hacemos las maletas y pensamos un plan para el día. Al final nos decidimos por ver la zona norte de Central Park, que nos había quedado pendiente. Y por supuesto ver el árbol de Navidad de Rockefeller Center encendido, que nos habíamos perdido el día anterior.
Hacemos el check out en el hotel y pedimos dejar allí las maletas. Nos guardan las 3 maletas por 6$, y como tampoco queremos complicarnos mucho las dejamos allí. Aunque me parece que lo justo sería que guarden las maletas de manera gratuita a los clientes.
Nos montamos en el metro hasta la parada 96 St, en la zona Oeste de Central Park y dedicamos toda la mañana a pasear por el parque. El sol ha salido por fin y las temperaturas son mucho más agradables que el primer día que vinimos.
A la hora de comer nos acercamos al Shake Shack que hay al lado del Museo de Historia Natural. Las hamburguesas de este sitio están estupendas y tenemos que despedirnos a lo grande de la comida neoyorquina. Puedo decir que en nuestra semana en la ciudad, hemos subsistido un 80% del tiempo a base de hamburguesas y pizzas. ¡Que ganas de dieta mediterránea!
Si alguno ha vuelto de Nueva York sin probar las hamburguesas del Shake Shack y tiene curiosidad. En España tenemos la cadena TGB (The Good Burguer), donde sirven unas hamburguesas bastante similares.
Después de nuestra comilona, subimos de vuelta al metro hasta Rockefeller Center. Como sabréis si habéis leído el diario anterior, intentamos ver la ceremonia del encendido del árbol de navidad. Pero nos fue imposible… Aún si no podíamos irnos de Nueva York tranquilos sin ver las luces encendidas, y fue todo un acierto.
El ambiente navideño de la plaza es lo más. Gente patinando bajo el árbol, personas deseándote «Mery Chrismas» sin conocerte de nada… Y por supuesto, la sensación de ver las 50 mil luces encendidas del árbol de Navidad más famoso del mundo. Ese que tantas veces habíamos visto en televisión… Fue un gran momento.
Nos sentamos allí un buen rato leyendo en el móvil la historia de la familia Rockefeller, los fundadores del complejo Rockefeller Center. Y simplemente disfrutando del ambiente.
Un rato después, sobre las 5 de la tarde decidimos ponernos en marcha a recoger nuestras maletas y al aeropuerto. Pero tomamos la decisión de ir caminando a Times Square, en lugar de coger el metro más cercano. De ese modo nos daríamos un último paseo por la ciudad, haciendo balance de todo lo que hemos visto y de lo que más nos ha gustado.
Nueva York es una ciudad con un ritmo frenético. Espectacular en la grandeza de sus edificios pero a la vez sucia y desgastada. Es una ciudad en la que te sientes continuamente dentro de una película. Sin duda un destino para disfrutar al menos una vez en la vida, y si puede ser en Navidad, mejor.
Hemos disfrutado como niños en un partido de la NBA y nos hemos emocionado en una misa Gospel auténtica. Hemos alucinado con los neones de Times Square pero el lugar que más nos ha gustado ha sido el Brooklyn Bridge. Si tuviésemos que buscar algún punto negativo sería la comida.
Con estas reflexiones llegamos al hotel y recogemos nuestras 3 maletas (2 de cabina y una grande). Y, no sin algunas dificultades, nos montamos en la linea A de metro. Que nos llevará a la estación de Howard Beach, donde conecta con el Air Train del aeropuerto.
Una vez en Howard Beach hay que sacar los tickets del Air Train, que tienen un precio de 5$ por persona. En lugar de comprar un billete como tal, tienes que insertar tu Metrocard y recargarla con los 5$. Entonces ya podrás validarla.
En pocos minutos llegamos al aeropuerto JFK con tiempo de sobra para coger nuestro vuelo. Ahora sí, el viaje se acaba. Embarcamos con el único contratiempo de que para comprar comida en el JFK tienes que sacarte un riñón. 16$ por un sándwich refrigerado es excesivo hasta para un aeropuerto. Por suerte, dentro del avión por 7$ nos sirvieron un delicioso sandwich mixto calentito.
Desde las ventanillas del moderno avión de Norwegian nos despedimos de la ciudad. Adiós Nueva York, ha sido un placer. Y estoy casi segura de que no será la última vez que te vea.
Espero que hayáis disfrutado tanto leyendo este diario como yo escribiéndolo. ¡Buen viaje!
GASTOS DEL DÍA
Desayuno Dunkin Donuts: 8 $
Comida Shake Shack: 29 $
Air Train : 10 $
Cena en el avión : 18 $
TOTAL: 65 $. Unos 58 €
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